martes, 27 de mayo de 2008

ARRÁSTRATE POR EL POLVO AMIGO

Hoy me he vuelto a levantar con este sabor amargo en la boca. Es el tercer día que despierto así. Algo se me ha debido de morir dentro. Si fuera cínico diría que el amor propio. Si fuera cursi que el alma. Si me las diera de filósofo barato, las ganas de vivir. No soy ninguna de esas cosas. Tampoco guapo, alto, ni rico. Ni joven. Tengo la boca como si una especie de dentista de barro me hubiera estado hurgando en ella toda la noche. Es una mezcla de medicina, bilis y caramelos Sweety. Probablemente será la ginebra. O el pimiento de la cena. O las piezas de Ornette Coleman que estas noches me empeño en escuchar que no logro digerir correctamente y se quedan como ácido en la garganta. Como si llevarán pimiento. Fatal para mi úlcera. “Forerunner”, “Lonely Woman”, “Rambling down”.

Es el tercer día. Voy dando vueltas, triturando ideas como una peonza, el cráneo me arde. No encuentro la clave. No encuentro dónde se fue todo. No se por qué todo aquello vuelve tanto tiempo después para llenarme la cama de cuchillas de afeitar. Al fin y al cabo yo no esperaba nada más. Sólo sentarme, beberme mis cervezas y esperar a que alguien viniese a darme el par de tiros que la mayor parte de la gente dice que me merezco. Creo que no se equivocan, de cualquier manera.

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