viernes, 26 de junio de 2020

Satélites cósmicos



Satélites cósmicos
Aparecen y desaparecen
en un cielo inmenso y repleto como
no lo había visto desde mi salida de la cueva

pulsos azul eléctrico,
como una aguja enhebrándose,
carne de kebab,
invasores galácticos,
un ruido estridente en el oído,
reptilianos y grandes almacenes 

con medio cuerpo por fuera de la ventana
veo a alguien que se ha hecho un campamento
en el devastado jardín vecinal,
veo que se aparta el edredón
y empieza a masturbarse

no se oye nada,
nadie pasa andando por la calle,
ningún coche aparca,
ninguna luz se enciende,
el universo entero se ha detenido para él

solo yo,
como testigo,
sin acabar de creérmelo, 
y las estrellas del grupo globular NGC 6441 que brillan
con una intensidad infinita en algún lugar-tiempo
a 13.000 años luz
sobre los dos

los dedos me huelen aún a tus limones de Sha Abbas
y me parece, de vez en cuando, que tu perfume
se ha quedado conmigo de alguna manera
aunque es algo altamente improbable tras tantas horas
kilómetros y sudor

déjale en paz, cada uno a lo suyo,
son las 3 de la mañana de un martes
y un camión me rocía con una nube de gel hidro-alcohólico en mitad de la Gran Vía
mientras miles de bailarines de sama-o-raghs comienzan a subir en círculos concéntricos hasta el colapso danzando al ritmo mde 
una vaga canción de látex y techno alemán.

Una buena resaca libanesa me nubla la vista lo suficiente
Helia Bandeh, sus ojos,
negros como dos hielos en un vaso,
giran sobre sí mismos hacia el universo
como una breve exégesis de todo lo que veo

Las luces de tu terraza emiten una particular radiación
azulosa y caliente mientras se consumen y arden a una velocidad
mucho mayor que la mía
que ya ni siquiera parece importante para los mirones ni los millonarios de los cielos,
un gran vacío oscuro según cierro los ojos, agotado

pequeños actos de ternura
y densa materia oscura mantienen unida la estructura del universo
con sus hilos y su grasa de ballena
y forman casi toda su masa
entre franjas inflamadas de anillos con céntricos y naranjas 

“Oh, eterno creador del mundo material, ¿acaso mata el fuego?”
- Oye, ven! vuelve un segundo! 
“El fuego no mata a nadie”
- Voy
“Oh, divino, si el verano ha pasado y el invierno ha llegado, ¿qué podemos hacer nosotros, tus seguidores?”
- Ni se te ocurra irte sin darme un beso
“En cada casa, en cada barrio, deberán levantar tres pequeños hogares para los muertos”
- ¿cómo no? - sorprendido- Para eso puedo volver todas las veces que quieras


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